Es difícil hacerse mayor, no sólo por los cambios sino por el inevitable pero también agradecido aumento de las responsabilidades.
Cuando eres pequeño, es muy fácil actuar bien, porque nos viene dado lo que está bien y lo que está mal: el colegio, los padres, la iglesia…
Pero creces. Y descubres que lo bueno no siempre lo es y lo malo a veces no es tan malo, y que quizás todo depende de una relatividad tan abstracta que no somos capaces de asegurar si algo es bueno o no lo es. Podríamos divagar acerca de todo lo que es o no malo como hacen ciertos demagogos de ambas ideologías y que hacen poco favor a la sociedad, ya que lo que hay que hacer es enseñar a que cada cual aprenda a ser consecuente de sus actos y pueda decidir de forma honesta si es o no bueno. Y por supuesto, tener una ley que limite esa libertad de decisión para el común bienestar de la sociedad.
A veces pienso que un día no muy lejano en el tiempo, dejé de ser una persona éticamente normal. Sin embargo y omitiendo lo gracioso de la expresión, es otra inexactitud, lo que realmente ocurre es que poco a poco te vas alejando de la ética que te instruyen para crear la tuya propia, basada en unos valores más o menos flexibles que has ido construyendo con la experiencia de aquello que te hace sentir bien y lo que no lo hace.
Sin embargo, cuando crees que estás seguro de tu ética personal y te sientes feliz, algo pasa (normalmente una mujer, para qué engañarnos) que derrumba parte de la costosa construcción y cuesta muchísimo volver a levantarla. Y nunca sabes si está bien o mal construida.
Lo que si que he aprendido es que el gris es el color dominante y que el negro y el blanco son dos colores tan escasos como indeseables. Lo difícil es saber adaptarse y entender a otro tipo de actitudes de otras personas, incluso a veces, la nuestra.
“Se fiel a todo aquello en lo que crees, aunque pienses que es el camino largo” by MLG
Cuando eres pequeño, es muy fácil actuar bien, porque nos viene dado lo que está bien y lo que está mal: el colegio, los padres, la iglesia…
Pero creces. Y descubres que lo bueno no siempre lo es y lo malo a veces no es tan malo, y que quizás todo depende de una relatividad tan abstracta que no somos capaces de asegurar si algo es bueno o no lo es. Podríamos divagar acerca de todo lo que es o no malo como hacen ciertos demagogos de ambas ideologías y que hacen poco favor a la sociedad, ya que lo que hay que hacer es enseñar a que cada cual aprenda a ser consecuente de sus actos y pueda decidir de forma honesta si es o no bueno. Y por supuesto, tener una ley que limite esa libertad de decisión para el común bienestar de la sociedad.
A veces pienso que un día no muy lejano en el tiempo, dejé de ser una persona éticamente normal. Sin embargo y omitiendo lo gracioso de la expresión, es otra inexactitud, lo que realmente ocurre es que poco a poco te vas alejando de la ética que te instruyen para crear la tuya propia, basada en unos valores más o menos flexibles que has ido construyendo con la experiencia de aquello que te hace sentir bien y lo que no lo hace.
Sin embargo, cuando crees que estás seguro de tu ética personal y te sientes feliz, algo pasa (normalmente una mujer, para qué engañarnos) que derrumba parte de la costosa construcción y cuesta muchísimo volver a levantarla. Y nunca sabes si está bien o mal construida.
Lo que si que he aprendido es que el gris es el color dominante y que el negro y el blanco son dos colores tan escasos como indeseables. Lo difícil es saber adaptarse y entender a otro tipo de actitudes de otras personas, incluso a veces, la nuestra.
“Se fiel a todo aquello en lo que crees, aunque pienses que es el camino largo” by MLG